Marisa Nolasco
Marisol Rojas quiere justicia, asegura que la muerte de su hijo Brayan de siete años se hubiera evitado si su madrastra no lo hubiera encerrado con llave en una vivienda de La Resurrección en Puebla.
Son las 19:00 horas del miércoles 22 de enero de 2025 y después de cruzar la ciudad llega a la funeraria a velar los restos de su hijo, el menor y el que más se parecía a ella.
“Es lo mejor que tenía en la vida”, dice al insistir que solo quiere justicia, pues cree que si Erika, pareja de su exesposo Francisco hubiera encargado al menor con su abuela, aún estaría con vida.
Pese a la omisión de Erika y a que considera que lo que hizo fue con dolo, la Fiscalía General del Estado cerró la investigación diciendo que “fue un accidente”.
Marisol y Francisco tenían la custodia compartida; previo al Día de Reyes el hombre y su actual pareja le pidieron a la madre de Brayan que “se los prestara por Reyes” y ella lo dejó.
Pasaron más de dos semanas y comenzaron los reclamos de Erika contra Marisol, a quien unas horas antes de la tragedia le llamó y le dijo que era una “conchuda” que ya se hiciera cargo de su hijo y fuera por él.
Ella salió de casa y se dirigió hasta La Resurrección a recoger a Brayan ante los reclamos de su madrastra, pero al llegar vio un grupo de personas rodeando su cuerpecito.
Se acercó y el menor estaba sin vida en un charco de sangre, pues tenía claustrofobia y miedo a estar solo; Erika lo encerró con llave y salió de la casa para ir por su hija a la escuela.
Brayan desesperado trató de salir por la ventana, rompió el vidrio y al intentar sacar su cabeza, se degolló con un cristal y se desangró.