Marisa Nolasco
Francisco ingresó al anexo “Casa de Cristo” Vivía en San Lorenzo Almecatla, en el municipio de Cuautlancingo, dos semanas después apareció muerto fuera del inmueble y seis años después su familia lo encontró en el Semefo.
Era repartidor en el Sushito y otros negocios de comida en la zona de las Cholulas, tenía 38 años y era el mayor de los hijos del matrimonio Deaquino Tlaltecal.
“Se juntó con malas amistades, por su vicio sentía que no lo quería su familia”, dice su hermana Dolores, quien reclama el cuerpo a la Fiscalía General del Estado.
Paco, como le decían de cariño, se fue de casa en noviembre de 2019; el 15 de diciembre de ese año el encargado del anexo llamó a su madre para pedirle objetos personales.
Días después ella fue al sitio a entregar lo solicitado y le dijeron que Paco se había escapado.
El 22 de diciembre de 2019 se reportó el hallazgo de un cadáver de un hombre en calidad de desconocido, estaba a unas cuantas calles del anexo.
Los peritajes aseguran que ya estaba limpio, ni drogas ni alcohol tenía en la sangre, su apariencia era limpia, no la de un hombre con vicios o en situación de calle.
Nadie lo identificó, los del anexo callaron y fue hasta que la Fiscalía General del Estado de Puebla cotejó huellas necrodactilares con las del INE, que identificaron a Paco y otros 259 personas en calidad de desconocidos.
Este martes o miércoles se prevé que la Fiscalía entregue el cuerpo de Francisco a sus familiares, después de permanecer todo este tiempo en una gaveta del panteón de la Piedad sin flores ni veladoras.
